El equipo de Jorge Almirón gana poco y sufre mucho pero sigue firme en todas las competencias de las que participa.
11 de septiembre 2023, 05:56hs
¿Cómo explicar a este Boca, el de Jorge Almirón, sin reducir todo a un nombre propio? La misión es difícil, porque el presente xeneize -semifinalista en la Copa Libertadores, clasificado a los cuartos de la Copa Argentina y en carrera en la Copa de la Liga- se sustenta en Sergio Romero. En los penales que atajó Chiquito, específicamente. ¿Y el resto? ¿Y el técnico?
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Frente al valiente Almagro de la Primera Nacional, Boca despilfarró una ventaja de dos goles que había construido a partir de raptos individuales. Porque las formaciones que rota semanalmente Almirón no juntan dos rendimientos parecidos seguidos, ni le dan forma a un todo. No se nota un patrón de juego.
En La Rioja, Ezequiel Bullaude aprovechó un buen centro de Lucas Janson, y Lucas Blondel sacudió desde lejos. No mucho más que eso. Vocación ofensiva por peso específico. Y después…
Y después, más de lo mismo. Errores individuales elementales, cambios pensados para que nadie se sienta menos en vez de atender lo que pide el partido, y Chiquito Romero, siempre Chiquito Romero, quien atajó 10 de los 19 penales que le patearon desde que llegó a Boca.
Entonces, ¿cuál es el sustento de cara a lo que se viene? Porque Palmeiras es tope de gama (ganó dos de las últimas tres Copas Libertadores y fue semifinalista en la última), y Talleres es un conjunto consolidado (finalista en las dos últimas Copa Argentina). Y contra esa clase de equipos, y en esas instancias, la exigencia es máxima. La respuesta tiene final abierto, aunque hay algunos aciertos del técnico que merecen un ZOOM.
Por ejemplo, Valentín Barco y Cristian Medina. Los dos jóvenes conforman la usina de juego de Boca, y sus ausencias se notan. Y fue Almirón quien los consolidó. Pensando en todo lo que afrontará el Xeneize, este recurso será importante. Tanto como la experiencia del capitán Marcos Rojo o Edinson Cavani. Porque también vale resaltar que esta clase de equipos, generalmente, a partir de esta clase de jugadores, se potencian cuando crece el nivel de exigencia.
Entonces, ¿a qué juega Boca? Juega a sortear obstáculos de a uno, con errores groseros y aciertos notables que conviven en cada encuentro. ¿Alcanza con eso? Por ahora sí, claramente. Es un hecho. La obligación para el entrenador es consolidar un molde, que las rotaciones tengan un sentido estratégico porque recursos sobran, pero no hay lugar para todos aunque los apellidos sean de peso.
Hasta acá, hasta Almagro: el arquero, los jóvenes que crecieron y la vocación ofensiva. Tres razones. No es poco, pero el techo en función del plantel de Boca está lejos.