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“El Conde”, la brutal película en la que Augusto Pinochet es un vampiro con ansias de volver a morder cuellos

Hay un preconcepto instaurado en otra época de Hollywood que aseguraba que las películas inmersas en el género, como el terror, la ciencia ficción o incluso la acción, no pueden llegar al nivel reflexivo de un drama. En las últimas décadas ese límite quedó cada vez más demodé y difuso. El Conde, es un ejemplo: la película chilena que se estrena en el streaming mezcla comedia, horror y drama para hacer una brutal crítica social alrededor de la figura de Augusto Pinochet.

El realizador Pablo Larraín, recordado por Spencer, No y Jackie, armó una fábula surrealista en la que puso como eje al feroz dictador, sin dejar de que la trama sea entretenida y usando innumerables recursos estilísticos del cine clásico del terror.

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De que se trata “El Conde”

Dirigida por Pablo Larraín, El Conde está protagonizada por Jaime Vadell, que interpreta a Pinochet de manera magistral. El elenco se completa con Amparo Noguera, Gloria Münchmeyer, Alfredo Arturo Castro Gómez, Paula Luchsinger Escobar, Diego Muñoz, Marcial Tagle Antonia Zegers y Catalina Guerra Munchmeyer.

Pinochet está completamente destrozado anímicamente porque sus días de haber sido el rey absoluto de todo lo que pasaba en Chile quedaron en el olvido. Recluido en una mansión absolutamente en ruinas, ubicada en un paraje perdido de la cordillera, solo le pasa algo por la cabeza: desea morir.

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Jaime Vadell en «El Conde». (Foto: Netflix)Por: Pablo Larraín/Netflix | Pablo Larraín/Netflix

Augusto tiene una piedra en el camino para lograr ese objetivo ya que es inmortal. Hace centenas de años que está en este mundo porque es un vampiro. A partir de esta condición, “El Conde” recibe a todos sus hijos desparramados por algún lado de Chile para repartirles la herencia.

Como el mal, parece, persiste en el ambiente, algo empieza otra vez a alimentas la llama de ese poder totalmente descontrolado. Entonces, Pinochet vuelve a oler sangre fresca cuando una joven monja, que se hace pasar por alguien más, aparece en su casa.

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Jaime Vadell y Gloria Münchmeyer en «El Conde». (Foto: Netflix)Por: Pablo Larraín/Netflix

Las misiones de unos y otros se mezclan todo el tiempo, mientras un relato en off se mete en el aire para decir mucho más de lo que describe con precisión. ¿Cuál es el origen de El Conde y hacia dónde va?

Cuáles son las influencias y el mensaje que tiene El Conde

La mezcla de géneros de El Conde merecen un análisis semiótico, ya que es una coctelera cinéfila. Para poder llevar adelante su sátira extremadamente crítica, Pablo Larraín hace confluir en una misma historia al concepto de la comedia grotesca, el terror clásico, la sátira absurda y el gore más extremo.

Jaime Vadell levanta vuelo en

Jaime Vadell levanta vuelo en «El Conde». (Foto: Netflix)

A su vez, no dejan de sobrevolar todo el tiempo en sus filosas líneas de diálogo una marcada bajada de pensamiento en contra de una época que todavía divide a muchos en Chile. Incluso hay referencias a la Argentina y a la Guerra de Malvinas.

El cineasta apela al recurso del blanco y negro para mostrar sus citas a los grandes clásicos del horror representados en los monstruos de Universal como Drácula, Frankenstein, El fantasma de la Ópera, El jorobado de Notre Dame o El hombre invisible.

Siempre aparece alguna referencia, frame o cita a alguna situación de esas tramas. También a otras: el director remite en muchos momentos a Los miserables, apela a una simetría digna de Stanley Kubrick en Barry Lyndon y se nutre permanentemente de las formas que usa Terence Mallick, aquel de El árbol de la vida o La delgada línea roja.

En paralelo, la utilización de ese tipo de color también apela a bajar la intensidad del rojo: lo hizo Quentin Tarantino en el final de Kill Bill vol. 1, cuando la protagonista aniquila al Ejército de los 88 locos y a O-Ren Ishii.

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Paula Luchsinger es Teresita en «El Conde». (Foto: Netflix)Por: Pablo Larraín/Netflix | Pablo Larraín/Netflix

Pero Larraín va por más con el tono de grises que deja entrever. Cuando muestra otro color, resalta lo que quiere opinar. Como en las letras del comienzo, que evocan el estilo nazi, o en otro fragmento clave, que más vale no spoilear. Steven Spielberg, en La lista de Schindler, también lo había hecho con la nena que usa el vestido rojo.

El Conde también está cruzada por otros films y estilos. En el ambiente aparece ese halo misterioso y desolador de El carnaval de las almas; en la figura de Pinochet hay un poco de la excentricidad de los personajes Freaks; mientras que todo está cruzado por la Drácula original, pero también por la versión que hizo Francis Ford Coppola.

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La película chilena, producida por Netflix y estrenada en algunas salas, atrapa desde el relato, conmueve desde la idea, mientras reflexiona sobre la política al tomar una posición. A pesar de sus géneros entremezclados, es más realista que un drama convencional: su incómodo mensaje, a su vez, es su mayor virtud.

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