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Una campaña sin promesas

Ahora que el oficialismo de Unión x la Patria debe legitimarse con medidas en las que prevalece el rol del Estado, la creación de fuentes de trabajo, el apoyo a las pymes y a la industria nacional, así como la lenta recuperación de los ingresos de trabajadores y sectores medios, recién podemos hablar de un proyecto nacional.

Esto no exime reconocer que el tiempo perdido obligó a una interna desgastante, y generó la actual desventaja frente a las opciones de la derecha conservadora.

Los límites de una construcción política frentista se miden con los espacios patrocinados por las grandes empresas, cuyos ejes de campaña anticipan un futuro de ajustes y sacrificio para las mayorías.

Lo que resulta notorio a nivel nacional, se hace evidente en la provincia, donde el asesoramiento de imagen del candidato de Juntos por el Cambio, Leandro Zdero, se ve imposibilitado de impugnar las obras realizadas por la gestión Capitanich, lo que sumado a los antecedentes de gestión del opositor –su paso por la comuna capitalina durante la intendencia de Aida Ayala, por la Anses, durante la etapa de recorte y supresión de pensiones, o su intrascendente desempeño en la Cámara de Diputados–  termina de configurar la típica figura del político que solo pretende cargos en el Estado.

 

La comunidad organizada debe ser el sujeto político de la democracia del siglo 21.

  Son notorias las piruetas retóricas del coaching asesor, en las que Zdero debe usar terminologías vagas e imprecisas para insinuar algún programa.

Vayamos a los ejemplos: cuando se encuentra con productores y se aproxima a zonas rurales afirma que «el campo será prioridad». Sobre el tema educativo se propone «ordenar», peor aún, allí donde el gobierno llega con netbooks y conectividad, él habla de «útiles que se necesitan desde la tecnología».

Experto en hablar sin decir nada, manifiesta que pretende «fortalecer el sistema sanitario», y frente a la entrega de 140 ambulancias por el gobierno provincial durante los últimos tres años, responde que dispondrá «la reparación de ambulancias».

El impacto de este tipo de conductas en el fortalecimiento de la democracia es grave, ya que aún quienes no coinciden con el gobierno de Capitanich, terminan por asumir que tras cuarenta años de recuperación institucional la mediocridad es el denominador común de la formación de la dirigencia.

La tendencia de las generaciones que hoy miran con expectativa hacia las exhalaciones más antidemocráticas, abrevan en el rechazo a esas prácticas.

Por eso, el mismo gobernador debe asumir que su rol estratégico en la transformación provincial, necesita ir acompañado de una fuerte impronta de participación social en la pedagogía de los derechos y de las conquistas.

No hay obras sin intervención inteligente de la comunidad, y la comunidad organizada debe ser el sujeto político de la democracia del siglo 21.

Por Carlos Quirós

Profesor en Historia

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