“Derechos Humanos y Diversidad” nació en 2022 para asistir a aquellos que migran de manera forzada y se instalan en la Argentina para ser quienes son sin miedo. “Es una tierra de oportunidades”, dijo Mariano Ruíz, su fundador, a TN.
11 de septiembre 2023, 05:43hs
Mariano Ruiz tenía apenas 18 años cuando se mudó del interior de provincia de Buenos Aires a la Ciudad en busca de oportunidades. Ser un chico gay no era lo mismo hace 15 años que ahora y decidió involucrarse en el activismo para luchar por sus derechos desde adentro. En su paso por diferentes organizaciones, se topó con una gran cantidad de personas que escapaban de su país porque su vida corría peligro. Su interés cobró más sentido cuando se enamoró de un hombre de Eslovaquia -país donde no reconocen los derechos de las personas LGBT- y pensó en la necesidad de brindar un espacio de contención para todos aquellos que vinieran a la Argentina en busca de un lugar seguro para ser quienes son, sin miedo.
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A partir de allí, fundó “Derechos Humanos y Diversidad”, una asociación civil en la que orientan, acompañan y asisten de manera gratuita a las personas LGBT en su adaptación a la cultura argentina, al idioma y a establecerse en el país. Hasta el momento, ayudaron a casi 300 personas que llegaron pidiendo refugio.
“La Argentina es la mejor opción de las pocas que tienen, en un mundo que se regula con visados y fronteras cerradas. Aunque el país tenga sus desafíos económicos, la libertad no se compra”, expresó en diálogo con TN.
Cómo nació la fundación y de qué manera se financia
Desde que comenzó su camino en el activismo LGBT, Ruiz formó parte de varias organizaciones nacionales y también de América Latina, lo que le permitió conocer en profundidad la situación de los países de la región y descubrir una cifra escalofriante: en el mundo hay 10 millones de refugiados.
“Me interesé en el desplazamiento forzado un poco de casualidad. Cuando lo viví en casa [con su pareja] pensé que era una interseccionalidad que necesitaba explorarse, que nos debíamos una organización particular para el tema”, reflexionó y remarcó el privilegio de que la Argentina esté a la vanguardia en temas de diversidad e igualdad de género.
“Nos ponemos en el lugar del otro porque nosotros también podemos ser esos migrantes o refugiados. Siempre tenemos un ojo muy crítico y hacemos las cosas lo mejor posible por el simple hecho de tratar a aquellas personas como nos gustaría que nos trataran en caso de que la realidad cambie”, planteó.
La idea estaba latente y se impulsó con fuerza cuando advirtió sobre la numerosa cifra de gays, lesbianas, hombres y mujeres trans que buscaban un nuevo comienzo y se encontraban a la deriva. Finalmente, Mariano decidió fundar la asociación en 2022 junto a un grupo de activistas para acompañarlos y asistirlos.
Mayormente viajan desde Rusia, Ucrania, Bielorusia y Kazakhstan, aunque también se recibieron personas de Ecuador, Colombia, Honduras, Venezuela. ¿En qué situación se encuentran al aterrizar? Todos llegan como solicitantes de refugio por motivos de orientación sexual e identidad de género.
“No pueden vivir donde estaban porque su vida corre riesgo y se les da ese mote hasta que el Estado dictamine que tienen una historia de ‘peligro creíble’ por el cual vienen y por el que se le podría dar estatus de refugiado”, indicó Ruiz. El trámite puede tardar hasta dos años hasta que se analiza cada caso en detalle.
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Frente a esta situación, la organización busca ayudar en la integración y brinda servicios de asistencia en salud mental, acceso al sistema de salud, orientación migratoria y legal y clases de idioma. Es decir, se los acompaña desde una visita al médico hasta aprender español para que puedan manejarse por sus propios medios.
Además, una vez instalados, se hacen seguimientos periódicos. Una gran ayuda en este sentido es que la mitad de los integrantes del equipo son personas que llegaron al país como refugiados. “También trabajamos con otras fundaciones para garantizar los retrovirales para personas con VIH o los tratamientos de hormonas para personas trans”, explicó Ruiz. Por otro lado, cuentan con un programa muy reducido para cubrir pasaje, estadía y costos de aquellos que se van de su país sin dinero hasta que puedan asentarse.
Para acceder a los programas de la fundación, hay que contactarlos a través de la web. Allí, se pauta una entrevista para conocer cada caso y luego se hace un “diagnóstico de situación”. Todos los servicios son gratuitos y el 90% del financiamiento de la fundación es a través de filántropos y donantes del exterior.
La historia detrás de la fundación
En 2015, Mariano fue a un congreso de diversidad en Austria y recorrió varios países. Durante el viaje, conoció a un chico eslovaco en una aplicación de citas que lo flechó. Cada uno en su país, mantuvieron conversaciones por Skype y se volvieron a ver a fin de ese año.
La relación iba viento en popa, pero había un problema: en Eslovaquia no reconocen los derechos LGBT, un obstáculo para la reciente pareja. A raíz de esta situación, el muchacho, decidido a darlo todo por amor, migró a la Argentina.
“Acá nos casamos e iniciamos un proceso de reconocimiento de matrimonio allá para pedir la residencia. Sin embargo, lo denegaron y empezamos una batalla legal en 2020. El tribunal de un pueblo muy chico dictaminó a favor nuestro, reconociendo nuestra unión, pero el gobierno eslovaco apeló y estamos esperando una resolución pronta porque la Unión Europea garantiza que las familias tienen el derecho de residir en la UE sin importar la orientación sexual”, detalló.
En este sentido, señaló: “Ser una persona LGBT es complicado en Europa, más en los países que pertenecían a la Unión Soviética o con valores religiosos muy arraigados. No pueden ser quienes son. Hace un par de semanas Uganda anunció que condenará con pena de muerte a las personas LGBT. ¿Cómo pueden vivir en ese contexto? ¿Cómo esperamos que esa gente se la banque?”.
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“La Argentina tiene sus desafíos económicos, pero la libertad no se compra. Poder caminar con tu pareja de la mano, acceder a un tratamiento de retroviral o poder hacer el cambio de la documentación porque te autopercibís no binaria tiene más valor que la crisis económica. Son derechos conquistados y no debemos ir hacia atrás”, remarcó Ruíz.
Y graficó: “Acá prendes la tele y tenés tres mujeres trans en la televisión. Se vuelve un país más amigable y las personas se sienten más seguras, además de estar súper agradecidos de las posibilidades que brinda el país, que se vuelve una tierra de oportunidades”.
Escapar en busca de seguridad
Luis (*) llegó hace un mes desde Ecuador. Desde su juventud tiene conflictos con su familia, que nunca aceptó su orientación sexual. Sin embargo, jamás creyó que fueran a atraparlo para “reconvertirlo y sacarle la homosexualidad”.
“Me había independizado de mi familia. No tenía buena relación con ellos, ya había tenido varios episodios de insultos y mucha violencia psicológica. A principios de abril, planificaron un secuestro, junto a una organización, para internarme en una clínica de conversión. Estuve ocho días ahí encerrado hasta que mis amigos se dieron cuenta y fueron a la fiscalía para rescatarme”, relató el joven a este medio.
“Mientras yo estaba secuestrado, mi familia presentaba justificaciones falsas en el trabajo por mi ausencia, querían romper el contrato de alquiler del departamento. Hicieron cosas en mi nombre de las que yo no tenía nada que ver. No creí que fueran capaces de hacer eso, pero no me aceptaron y la situación se salió de las manos”, contó.
Una vez que recuperó la libertad, comenzó a recibir amenazas y decidió irse: “No lo evidencias hasta que sos parte de la situación. Pensaba que estaba seguro, pero habían averiguado todo, mi dirección y todas mis cosas. Así que decidí irme por miedo a mi integridad”.
Cuando sus amigos lo buscaron, acudieron a una organización ecuatoriana -similar a Derechos Humanos y Diversidad- que sirvió como nexo con la Argentina. “Me ayudaron mucho porque uno al principio se pierde, entonces te enseñan a adaptarte. Te dan asistencia psicológica y te incentivan a evolucionar como persona, te guían en diferentes aspectos”, destacó.
Aunque ahora se siente más tranquilo, en su país natal todavía se desarolla un proceso judicial. “Me llegan mails que me recuerdan lo que sigue allá, pero hoy volví a ser yo. Tengo confianza de salir a las calles, de tomarme un taxi. Dejé de estar tan a la defensiva y estoy volviendo a ser esa persona abierta y relajada. Soy feliz acá y pude volver a tener una vida”, reconoció.
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Un dato no menor es que las leyes ecuatorianas aprueban la diversidad de género, pero -tal como precisó Rúiz- “tener derechos LGBT no significa que estén garantizados o que sean países seguros”.
Otro caso es el de Alina, una joven trans oriunda de Rusia que pisó tierras argentinas hace un año y medio porque el país que preside Vladimir Putin no acepta a quienes pertenecen al colectivo LGBT. La “ley contra la propaganda homosexual”, aprobada en 2013, prohíbe el activismo y desde que se desató la guerra contra Ucrania, el gobierno ruso se encargó de hacerla cumplir a rajatabla con una feroz persecución contra quienes reclamaban derechos.
A esto se le sumó una reciente legislación que impide el cambio de género, ya sea a través de una intervención quirúrgica o con un tratamiento hormonal. Y tampoco se permite la modificación de los documentos.
“Ser una persona trans en Rusia es difícil. No solo para conseguir los medicamentos, sino por la discriminación en casi todos los entornos (trabajo, educación, familia). Ahora es más difícil aún porque es totalmente ilegal la transición de género. No podes cambiar tu documento ni recibir las medicinas”, narró Alina en un español bastante fluido.
Ante estos impedimentos, buscó la manera de salir: “Elegí la Argentina porque no había otras opciones. La vida acá es muy diferente, pero es interesante aprender y entender”. “En Rusia siempre tenía que esconderme o no mostrar mi identidad. No necesito hacer eso acá, no siento que me pueda pasar algo malo por ser una persona trans. Me siento liberada”, manifestó.
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El presidente de la asociación subrayó esa sensación que describen todos los refugiados al llegar a la Argentina: tener su lugar seguro y poder ser quienes son sin miedo. De todas formas, marcó: “La situación en la Argentina nos pone en alerta en un momento en el que hay mucho discurso antiderechos y antitodo. Vamos a intensificar nuestro trabajo porque los derechos adquiridos no te aseguran que no puedan ir para atrás”.
(*) Los nombres de los dos entrevistados fueron alterados para resguardar su identidad y garantizar su seguridad.